Cuando Eleanor tenía poco más de treinta años sufrió de meningitis severa; algunos amigos que eran cristianos fieles oraron por ella – y fue sanada… instantáneamente. El gobierno y el dominio de Dios, la realidad de Su reino, ¡habían descendido sobre nosotros!
Inmediatamente fuimos a la Biblia, porque mi experiencia demandaba una explicación. Entonces releímos las primeras palabras de Jesús que registran los evangelios: Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas! (Marcos 1:15).
Esto es trascendental. Jesús anunciándose a Sí mismo. El Rey proclamando el reino. Es un momento dramático. Con la venida de Jesús, el Rey había llegado, y por lo tanto el reino había venido. Pero Jesús habló del reino que había venido y del reino que habría de venir. La idea en Marcos 1:15 es que el reino casi está aquí, a punto de llegar en cualquier momento. Esto es emocionante y fascinante, pero también es misterioso y – para ser honesto –(a veces) frustrante.
Este es el ya y el todavía no – el ahora y el aún no. No es sino hasta que comprendemos esta realidad que la explicación llega a tener sentido, y la experiencia concuerda.
Anoche cenamos con unas personas que no entendían por qué algunos enfermos reciben sanidad y otros no. Fue hasta que comenzamos a hablar acerca del concepto bíblico del reino –el cual escuchamos por primera vez articulado por John Wimber de un modo totalmente revolucionario –que las posibles respuestas empezaron a parecer satisfactorias.
Durante siglos la Iglesia ha luchado por comprender esta idea del ya pero todavía no, y el péndulo ha oscilado de un extremo a otro.
Algunos cristianos han dicho que la sanidad está disponible para todos, ahora y todo el tiempo y, lamentablemente, han sugerido que si alguien no la experimenta es porque algo anda mal con esa persona. Otros cristianos, probablemente reaccionando contra esta posición, han dicho no, todavía no y han relegado todo hacia el futuro. Pero en la Viña estamos convencidos de que no es uno u otro, sino ambos. Hay verdad en ambas perspectivas. Es tanto ya como todavía no. Y eso tiene sentido para nosotros.
Ello explica por qué algunas personas son sanadas dramáticamente por el poder de Dios, mientras que otras se enferman y mueren. Explica por qué hay un Pedro que es liberado de prisión por un ángel, mientras que un Santiago permanece allí hasta morir.
También explica el pasaje de Hebreos donde leemos acerca de aquellos héroes de la fe que conquistaron reinos, cerraron la boca de leones, apagaron llamas de fuego, y escaparon del filo de la espada. Sin embargo, en el mismo pasaje (Hebreos 11:35) leemos: Otros, en cambio, fueron muertos a golpes… Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada.
Solamente nuestra teología del reino de Dios puede explicar por qué algunos son llevados en hombros fuera del campo de batalla, mientras que otros son arrastrados… muertos. Tanto el ya como el todavía no son realidades, y son los extremos de una tensión en la cual siempre viviremos de este lado del Cielo.
(Un extracto de ¿Qué es el Reino?, De la Serie Características, p.21)