Cuando hablamos sobre el reino viniendo lentamente, estamos hablando de un paradigma teológico. Porque cuando vemos en el Nuevo Testamento el relato de Pentecostés, y antes también los milagros de Jesús y la introducción del reino como “de repente”, o “de la nada”, o “de repente llegó”, esto me encanta. Me encanta que sea una verdad y yo por mi personalidad prefiero que las cosas vengan ya, hoy, ahora, mucho más que “todavía no”.
Pero la tensión dinámica demanda una honestidad. Que el reino ha venido, pero no todavía; el reino ha venido, pero aún viene. Y entonces vivimos en esta tensión: el reino viene lentamente, a veces en la manera como Dios está obrando, como Él está funcionando, como Él está trabajando, como Él está formando, como Él está transformando.
Esto está ilustrado en la vida de Juan el Bautista. En el anuncio de su nacimiento hubo tráfico celestial de ángeles – su nacimiento fue todo un escándalo. Pero él vivió la mayoría de su vida en el desierto, sin una vida pública. Lucas 1:80 dice que vivió en el desierto hasta el día de su presentación al público.
Esto es tremendo. Si yo fuera él, hubiera pensado: Señor, yo pensaba que iba a ser algo en mi vida. ¡Tú dijiste que yo iba a anunciar y preparar el camino para el Salvador! Pero no pasaba nada. Diez años, quince años, veinte años, veinticinco años ¡y nada! …y entonces, “de repente!”
Muchas veces en las escrituras cuando dice “de repente”, es por nosotros, no por Dios. ¡Porque Dios estaba cocinando esta torta hace años! “De repente” es cuando algo se está manifestado en la tierra, no en el cielo, no en la mente de Dios.
Yo creo que por mi personalidad prefiero el “de repente”.
Pero la realidad es que muchas cosas en la vida transformativa vienen lentamente, y tengo que vivir con esta tensión. Tengo que vivir no solamente por raíces teológicas, sino prácticas también. Porque yo he visto el beneficio de esta formación, que no es solamente una experiencia.