Como se dijo al inicio, en La Viña somos un “pueblo de la presencia de Dios”. Nuestras vidas como creyentes se construyen sobre el cimiento del Espíritu Santo que nos guía en nuestras vidas y ministerios. La presencia y la actividad del Espíritu siempre apuntan hacia el día en que la enfermedad desaparecerá, vidas serán restauradas, y los propósitos de Dios para el mundo serán cumplidos. Cuando edificamos nuestras vidas sobre la obra del Espíritu en y a través de nosotros, estamos edificando nuestras vidas en el reino futuro de Dios.
A causa de esta realidad, situaciones que parecen irremediables en la vida de las personas, tales como la enfermedad o la opresión mental, para nosotros son oportunidades para unirnos al Espíritu Santo en el ministerio del reino. Enfrentamos los problemas sociales como la pobreza, la injusticia y el tráfico sexual, con la confianza que nos da saber que el Espíritu Santo nos empodera para trabajar con Él para humanizar y dignificar a nuestros semejantes.
Como cristianos, valoramos la Palabra de Dios, la Biblia, como nuestra guía de carácter, vida y práctica. También valoramos al Espíritu de Dios, la tercera Persona de la Trinidad, en nuestro ministerio y nuestra actividad del reino. Como dice un viejo adagio, “Con la Palabra, pero sin el Espíritu – nos marchitamos. Con el Espíritu, pero sin la Palabra – perdemos el rumbo. Con la Palabra y el Espíritu – crecemos.” Estamos comprometidos con ser un pueblo de “evangélicos empoderados” que abrazan las riquezas de las Sagradas Escrituras y la tensión que es parte de vivir bajo la dirección del Espíritu.
Desde el inicio, los pastores y líderes de La Viña han procurado mantener un balance entre las doctrinas bíblicas de la fe cristiana y la ardiente búsqueda de la obra del Espíritu de Dios en nuestro tiempo. Mantener este equilibrio en medio de un rápido crecimiento y una renovación constante nunca es fácil.
Hemos elegido no buscar el poder de Dios en lo que hacemos, sino buscar la presencia de Dios en todo lo que hacemos. En la presencia de Dios se encuentra el poder para hacer lo que Él nos invita a hacer.
Apegados a nuestros valores centrales, procuramos ocupar nuestro lugar en el Cuerpo de Cristo, sirviendo al lado de aquellos que verdaderamente desean experimentar la presencia del Espíritu Santo y verlo trabajar activamente en su vida cotidiana y a través de ella.
Un extracto de Ven Espíritu Santo, De la Serie Características, p.19