Aprendiendo a Vivir por el Espíritu
Puesto que el Espíritu Santo está activo hablando a su pueblo, a su Iglesia, y al mundo que El ama a nuestro alrededor, nuestro trabajo como cristianos es permitir que el Espíritu Santo se mueva en nuestras vidas y en nuestras reuniones. Este es el primer paso para aprender a vivir por el Espíritu (Gálatas 5:16-25).
El apóstol Pablo, al escribir estas palabras en el libro de Gálatas, le recuerda a la Iglesia que la venida del Espíritu es la venida de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Vivir “en el Espíritu” es vivir conscientes de la presencia de Dios – en todo momento y en todo lugar.
La Biblia también dice que cuando estamos conscientes de la presencia de Dios, y respondemos a su presencia en nuestras vidas, El empieza a transformarnos de adentro hacia afuera. A medida que el Espíritu nos muestra el amor del Padre, aprendemos a servir al Espíritu de Dios en vez de servir a nuestros propios impulsos y deseos. Poderosos impulsos dentro de nosotros hacia el dinero, el sexo y el poder, son puestos en la perspectiva correcta por el Espíritu de Dios a medida que aprendemos a caminar en amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gálatas 5:22-23).
En La Viña creemos que Dios por lo general trabaja de adentro hacia afuera, sin exigir un nuevo carácter moral de la noche a la mañana, sino más bien conquistando nuestros corazones y cambiando nuestros deseos por los suyos. Por esta razón, dedicamos un amplio espacio en nuestras reuniones para que el Espíritu de Dios hable a cada persona – y para que nos transforme de un modo que nosotros mismos somos incapaces de lograr.
Creando Espacios para el Espíritu
Nuestras experiencias de adoración colectiva buscan crear un lugar de encuentro íntimo con Dios, donde su Espíritu pueda hablarnos y tocar nuestras vidas. No estamos “apresurados” simplemente por cantar y tocar para Dios; valoramos los momentos en los que el Espíritu nos habla y nos transforma de maneras profundas.
Esto significa que durante lo que llamamos “tiempos de ministración”, o tiempos de oración unos por otros, procuramos cultivar una actitud de escuchar antes de hablar. Esta clase de oración, que empieza por escuchar juntos lo que el Espíritu podría estar diciendo, ha resultado en algunos relatos increíbles a través de la historia de nuestro movimiento. Gracias a estos tiempos de ministración sencilla y de oración unos por otros bajo la dirección del Espíritu, se han plantado iglesias, cuerpos enfermos han sido sanados, mentes quebrantadas han sido liberadas, ideas de negocios innovadoras han sido inspiradas, y miles alrededor del mundo han sido empoderados para vivir como Jesús.
Por qué Oramos “Ven, Espíritu Santo”
Cuando oramos “Ven, Espíritu Santo” en un tiempo de ministración colectiva o de oración personal, no es porque no creemos que el Espíritu Santo ya está presente y activo en medio nuestro. Esta oración es una petición a Dios, un ruego para que su voluntad sea hecha en nuestra reunión. Procuramos no caer en exageraciones o manipulaciones durante el tiempo de ministración; pero tampoco queremos sentir temor de cómo las personas responden en su humanidad a la actividad del Espíritu en sus vidas.
En nuestros Valores y Creencias Centrales leemos: “Distinguimos entre el Espíritu Santo y la respuesta humana que tiene lugar en toda la belleza y el quebrantamiento de nuestra humanidad. También creemos que al experimentar Su presencia por medio de Cristo y por el Espíritu, llegamos a ser más plenamente humanos y mejores reflejos de la imagen de Dios en la cual fuimos creados.”
Creemos que sin el Espíritu Santo activo en nuestras iglesias, y sin nuestra disposición de permitir que el Espíritu trabaje de distintas formas en los contextos de nuestras iglesias locales, no tenemos nada que ofrecer al mundo. Como ha dicho uno de nuestros líderes: “… La Iglesia de Dios necesita el poder de Dios para cumplir el mandato de Dios en el mundo.”
Un extracto de Ven Espíritu Santo, De la Serie Características, p.11