Para ponerlo en palabras sencillas, ¡yo amo al Espíritu Santo! Estoy agradecido por Su presencia que vive en mí y me empodera cada día. Mi primer encuentro con el Espíritu fue en1977, cinco años después de haberme convertido en un discípulo de Jesús.
El Espíritu arrasó a lo largo de los Estados Unidos durante el Avivamiento Carismático, y nos tocó aquí en el centro de Illinois. Por supuesto, Él había estado activo en mi vida mucho antes de que yo lo conociera, pero yo no sabía casi nada acerca de Él. Haber recibido el bautismo del Espíritu Santo cambio mi vida radicalmente. El hizo que la Palabra cobrara vida, me enseñó que Jesús es Sanador, y mi dio una nueva confianza al orar. Y ahora, más de 37 años después, continúa realizando transformaciones milagrosas en mí y a través de mí. Gran parte de mi crecimiento en el Espíritu se lo debo a mi familia de La Viña, la cual descubrí en1982. La Viña me enseñó que yo podía ser lleno del Espíritu una y otra vez (no sólo en una ocasión), y tener un verdadero río de agua viva fluyendo en mí todo el tiempo.
La Viña me capacitó y me dio las herramientas para compartir el Evangelio de una manera naturalmente sobrenatural, y para preguntar sin temor, ¿Puedo orar por ti ahora mismo? con la certeza de que el Espíritu Santo traerá exactamente lo que la persona por la que estoy orando necesita en ese momento.
La Viña me enseñó a dar la bienvenida al Espíritu como mi Maestro, mi Ayudador, mi Consolador y mi Abogado, cada día de mi vida. La Viña también me dio el valor para orar decididamente por miles de personas a lo largo de los años, con el fin de que sean llenas del Espíritu, hablen en lenguas desconocidas, y reciban Sus dones.
Pero más que todo lo anterior, La Viña me motiva a conocer íntimamente al Dios trino por medio del Espíritu. El Espíritu me revela a mi Abba, mi Padre, y me enseña a adorarlo en espíritu y en verdad. El Espíritu derrama en mi corazón un profundo amor por Jesús, y me hace conocer Su gracia en mi vida. El Espíritu ora por mí cuando no sé cómo orar, alineando mi vida con la perfecta voluntad del Padre, haciendo que todo ayude para mi bien.
Este precioso y poderoso Espíritu Santo me llena cada día con Su naturaleza y carácter, empoderándome para reflejar a Jesús dondequiera que voy, en todo lo que hago. Jesús no nos dejó huérfanos, sino que ha venido para vivir permanentemente dentro de nosotros. Me desconcierta que algunos aún debatan acerca del Espíritu Santo y lo rechacen. Yo, por mi parte, no puedo vivir sin Él. Ven, Espíritu Santo. ¡Yo te amo!
Un extracto de Ven Espíritu Santo, De la Serie Características, p.13